10/4/09

Incongruencias pendientes…


Ya difunde el aroma, ya posa la pareja de porcelanas… pronto entibia la cafeína. Hoy recibo dos visitas.
Me siguen llamando, no sé qué les pasa. Tal vez sino no les pagan, pero creo que debo hacerle la observación al de recursos humanos… hace tiempo no conversamos sobre eso. Las voces en la sopa a veces vienen muy saladas, otras veces no me saben a nada; otras solo me dejan sorda por el resto del día. El otro día me encontré un molusco sin concha, todo quemado el pobre… creo que mis oídos le hicieron sombra un rato… al menos eso espero. Por eso sigo puliendo la mía, es un poco cansado… y para que luego venga un solsticio, y de un espumazo me la arrebate; estoy pensando en comenzar a tejerla con cadenas de serafina congelada… vamos a ver cuánto aguanta la mano.
Sigo cantando silencios y callando ritmos africanos… algunas miradas me reclaman, pero creo que solo piensan en el virus, entonces me limito a estornudar por ratos. Las celdas pican en la garganta, pero duele más en los cuartos intangibles, descubrí que dormir ayuda. Otras dos docenas de sobrevivencia, otras dos de vestir lo humano.
No sé si es el calor, que en definitiva se ha burlado de los eruditos –bien por él- ó que el año va muy rápido, y desde que lo parimos no ha bajado el ritmo con las lunas, como de costumbre… pero lo que es cierto es que las pisadas sociales andan muy dispersas, y el sudor va dejando un rastro sugestivamente desordenado. Estos días soleados me tienen un tanto paradójica, solo espero no descarapelarme. Las pasarelas andan en busca de la moda, que se fue de vacaciones con la seguridad, dicen que la ha raptado. No sé si algo le deba hacer cosquillas a mi conciencia, porque ni siquiera se me dificulta sonreír, pero por mí que eche raíces allá, y mande trozos de su compañera por lapsos, tan solo para informar que aún sigue viva… pues no creo que tampoco sea conveniente asesinarla del todo. Quizás todo es culpa del clima… que siempre querrá jugar de tiempo… si pudiera le regalaría el tablero.
Tantos números me tienen casi calculada, y entre tanta matemática ando media daltónica. Sigo sin poder con la ciencia, pero sigo sin perder también; entonces todo tranquilo. Tal vez esté tan equivocada, que esfumaré lo correcto… pero seguiré en lo correcto al ser incapaz de saberlo. Deliciosa ignorancia, bendita sabiduría… seguimos respirando lo compartido de este mundo de siameses. Es curioso ver como raspan con tanto arrebato la estupidez, no entiendo por qué no la dejan tranquilita, se les va terminar metiendo algo después del hoyo… y ahí ya no hay lija que cumpla.
Creo que mis progenitores andan un tanto ocupados estas tardes, a veces hasta rojos se ponen… pero se les sigue cayendo el puente, por mi culpa. Mis colores derriten sus ladrillos preocupados, pero no puedo hacer nada, ya les dije que no voy a cruzar… que mejor hagan el pozo. Pero ni para que gastar las glándulas, ya tengo que haber memorizado la etiqueta… llevo su apellido enredado en el pelo. Posiblemente el día que me toque buscar nombres lo cruzaré y me pondré el sombrero, tal vez sea solo asunto de paralelos frutales, no lo sé. En fin, no son más que incongruencias pendientes… ubicuas. Y bueno o malo… el tiempo nos guindará en la espalda; pende perenne, hasta que se hace polvo el camino.

4/4/09

Pupilas dilatadas...


Tengo una extraña fascinación con lo que me es ajeno, y aunque quizás todo tenga un poco de mi, y yo un poco de todo… hay ciertas cosas que me son más lejanas, y por alguna razón me gritan acercarme más. No me canso de sorprenderme, a veces me hace sentir un poco lenta… lo que puede ser solo un simple acontecimiento más de la vida, empapado de nada más que cotidianidad… corriente, frugal… para la persona que me roba el oxígeno a un costado, parece ser algo seductoramente llamativo para mí. Que tiene de sorprendente una piedra en media calle, una flor marchita en un árbol, un bebé jugando con sus dedos, una pareja peleando… otra haciendo el amor? la expresión de la gente en el bus, un mendigo dormido en media acera, una puta bajándose la enagua, un anciano en un parque… viendo a los niños correr? el vuelo de una mariposa, una sonrisa pura, la sensación de una conversación sincera, una cuita en una banca, el canto de un borracho, una tarde mojada, un atardecer gris…? Tal vez todo, tal vez nada… todo depende de los ojos con que se mire… los míos definitivamente se abrieron para asombrarse…. Pero a veces, TODO me parece tan sobrio, tan aburrido, tan sin gracia, tan… feo; todo tan molesto, todo me molesta… por dicha pasa bastante poco. Y sin embargo, prefiero lo incómodo que lo indefenso. No see, a veces es mejor cuando el día duele, que cuando simplemente no lo sientes… comienzas a preguntarte si realmente estas viva. Por eso no me cuesta pensar que la indiferencia es en definitiva, el mejor veneno… a veces prefiero ser odiada, que no ser. Y cuando quiero realmente sacar a alguien de mi existencia… me cuido de no odiarlo, probablemente no lo merece, sería un exceso de condescendencia. En ocasiones lo que más asombro me causa, es eso que me choca, y pues si… tiene bastante lógica; y probablemente me vea bastante, bastante estúpida cada vez que me sorprende algo, en especial si es alguna actuación de otra cabeza con pies y consciencia, que me colisiona; pues con frecuencia escucho cosas como… “..de qué se sorprende, si esa es la realidad del mundo…??”…. y probablemente tengan razón, mi asombro no es más que ingenuidad… pero, qué agradable ser tan ingenuo, que bien se siente querer besar otra realidad, pisar otro mundo. Y con esto no estoy aludiendo a que vivo en el perfecto mundo rosa que quizás viví alguna vez inmersa en una realidad fabricada por Disney, en absoluto… mi realidad es a veces tan sucia, que prefiero pensar que estoy ciega, que me guía un control… y por supuesto, nada más fácil que trazarnos excusas en la frente, a aceptar que damos asco. Pero a pesar de esas manchas desagradables que me nublan el paso por secciones… me queda la satisfacción de aún estar conforme con el aire que inunda mi mundo, al menos aún me provoca inhalar. En la mayoría de las ocasiones, mi asombro no es notado por nadie más que mi cabeza, me maravillo en silencio… y tal vez me ayude en algún grado evitar proporcionar una imagen de imbécil, que sé es bastante común, en especial para la gente que disfruta considerablemente publicando su “superioridad intelectual”… pero creo que irónicamente de alguna forma disfruto cuando la gente me pasa por idiota… y lo ves en su cara, y lo único que haces es regalarles una mirada aún más confusa para que saboreen tu “frustración ante este mundo tan complejo”…. y hasta te ponen esa cínica cara de lástima, a veces con todo y el sarcasmo sonriendo incluido; de hecho quizás sea más cínica yo al disfrutarlo. Porque como dicen, “El mayor placer de un hombre inteligente, es aparentar ser idiota delante de un idiota, que aparenta ser inteligente”. Y me seguiré sorprendiendo por el resto de mis días, de todo lo que me sea llamativo, de lo lindo, de lo raro, de lo feo, de lo estúpido… de los idiotas. Y el día en que esta idiota deje de sorprenderse… habrá sido ella la sorpresa, y tendrá al frente la respuesta de algún rostro sorprendido, tal vez otro idiota, sin ser capaz de poder responderle; y otro mundo habrá colapsado…

Una bolsita secreta…


La niña siempre quiso ser veterinaria, estaba segura que iba serlo. Se pasaba horas inmersa en aquella dimensión… rescatando todo tipo de animales y bichos, por más raros o feos que fueran, para ella, veteranos de la belleza, anonimatos fascinantes... ahora no soporta las arañas. Gastaba tardes de saliva, y luz blanca los fines de semana... los gastaba, conversando con su eterna escucha, su atención, su quietud, su instinto… ahora el tiempo le moja el cerebro. Pasaba recolectando cuanto artefacto extraño encontrara, en especial si servía como utensilio de supervivencia en sus peligrosas expediciones en las selvas vírgenes del valle del sol; jugaba todo el día con ellos, y en la noche los llegaba a guardar en su preciada caja de Pandora… cuidadosamente escondida detrás de la casita de espuma... seca, alejada y segura; y además protegida por un par de matas despeinadas que colocaba encima… ahora la cubre el abandono, la pregunta. Le gustaban mucho los vestidos, los overoles y los abrigos con muchas bolsas, en especial las “secretas” que estaban por dentro, y nadie más que ella, conocía de su presencia… especiales para sus múltiples artefactos insólitos, descubiertos a diario, en su nómada existencia, pero sobre todo para cargar a esas pobres criaturas indefensas, esconderlas de sus hambrientos depredadores… hacerlas caracol; y permitirles dormir pacíficamente en la tibieza de sus telas. Hoy la niña camina desnuda… sin overol, sin bolsas, sin huésped… la cubren rasgas de tela arrebatada, en busca de una bolsita secreta que la cargue, que la esconda de los dientes, de la violenta contemplación de la fiera.