La casa se cayó ya hace muchos inviernos… nunca faltó techo, se que nunca va faltar. Tres techos, dos lechos… un trecho infinito al sol. Al entrar… un cuarto grande, de tiempos vacíos, de momentos tatuados en una canción. Al regreso… un cuarto cerrado, de sombrillas abiertas, de llantos lunares; de aromas marinos cuando pisa las nubes… de gases jadeantes en una trinchera, de banderas blancas en tiempos de guerra. Dos cuartos… la misma tierra movediza, la misma estación.
Y se ve la pluma en el aire, y el inventario lo despierta…un deseo a no tener hambre, una mesa de climas amargos… Se pierde la calle, después de extenderla lo permitido, en la espera de celajes y estrellas tras un manto matriarcal… de gritos mojados. Por fin cobija la inconsciencia, y se recicla… migraña al desayuno, ecos en la almohada. Reproches que no entiendes, idiomas ajenos, signos curveados de adopción. Catorce años… de fotografías. Y me dieron pomadas, de verdades sin alivio, engaños en el chupón… A veces es mejor no llorar. Suspiros de insuficiencia ahogan la hoja, mentiras en las llaves, manchas en los zapatos… un anhelo a cambiar de piel, de espíritu, de convicción… a cambiar de ser. Y ya no te quieres bañar, o es todo lo que quieres hacer.
Él es complejo… débil y narciso, terco; el ladrillo… los intimida bien, pero conmigo es barro, pero fértil… muy fértil, hijo del diluvio. Y a pesar de todo, la admiración se desborda en vasos quebrados, y en abrazos pesados. En él estás segura, no hay miedo, no hay duda, no hay ejército en la frente. Sin él… no se.
Ella es frágil, es seda… se enrolla en sí misma, me gustaría poder mostrarle como salir, pero no puedo. Y ella es eso que en silencio, tanto agradeces… todo lo opuesto, lo que hiere, y ese beso que sonríe y mora, hasta en la palma… que enrojece el rostro y cicatriza la mente. Ella es más… Ella es esa perla frágil, que resiste más… que la roca más fuerte. Ella… merece mucho más de lo que tiene.
Ese, que topo en el pasillo, que agrede mi oído, que ha enviado por años la piedra… que me he acostumbrado a tirar de vuelta… ese, es un poco desconocido. A ese lo amo, ese me ama… clandestinamente; amor de campos robados, de acuses, de ofensas, de juegos y risas en la sangre. Ese es molesto, pero es parte de esto.
Y hay uno que no entiende, y no tiene por qué… y aún así, entiende. Mi obsesión, en el que pienso siempre; el que vive en mi silencio… el alivio en la mente. Ese que te roba el aliento… con esa palabra simple, que te vuelve ignorante; con esa mirada clara… que te ensucia el semblante. Ese uno, que en mucho menos, supera por mucho… a todos demás. Esa luz que jamás se enfriará.
Y la casa se cayó, o tal vez nunca hubo casa… la erosión alfombra las ruinas, y la tormenta duerme en el jardín. Y veces busco otros techos, a veces me salgo del trecho, a veces no quiero volver…. pero lo que es de la sangre, es de la sangre… Y todo son partes, partes de esto, de este todo… y hay partes infinitas, que no se necesitan nombrar…
Él es complejo… débil y narciso, terco; el ladrillo… los intimida bien, pero conmigo es barro, pero fértil… muy fértil, hijo del diluvio. Y a pesar de todo, la admiración se desborda en vasos quebrados, y en abrazos pesados. En él estás segura, no hay miedo, no hay duda, no hay ejército en la frente. Sin él… no se.
Ella es frágil, es seda… se enrolla en sí misma, me gustaría poder mostrarle como salir, pero no puedo. Y ella es eso que en silencio, tanto agradeces… todo lo opuesto, lo que hiere, y ese beso que sonríe y mora, hasta en la palma… que enrojece el rostro y cicatriza la mente. Ella es más… Ella es esa perla frágil, que resiste más… que la roca más fuerte. Ella… merece mucho más de lo que tiene.
Ese, que topo en el pasillo, que agrede mi oído, que ha enviado por años la piedra… que me he acostumbrado a tirar de vuelta… ese, es un poco desconocido. A ese lo amo, ese me ama… clandestinamente; amor de campos robados, de acuses, de ofensas, de juegos y risas en la sangre. Ese es molesto, pero es parte de esto.
Y hay uno que no entiende, y no tiene por qué… y aún así, entiende. Mi obsesión, en el que pienso siempre; el que vive en mi silencio… el alivio en la mente. Ese que te roba el aliento… con esa palabra simple, que te vuelve ignorante; con esa mirada clara… que te ensucia el semblante. Ese uno, que en mucho menos, supera por mucho… a todos demás. Esa luz que jamás se enfriará.
Y la casa se cayó, o tal vez nunca hubo casa… la erosión alfombra las ruinas, y la tormenta duerme en el jardín. Y veces busco otros techos, a veces me salgo del trecho, a veces no quiero volver…. pero lo que es de la sangre, es de la sangre… Y todo son partes, partes de esto, de este todo… y hay partes infinitas, que no se necesitan nombrar…
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